El XVI Festival de Magia Cuidad de Sevilla, que se celebra en el Teatro Lope de Vega, nos trajo la ilusión creada por uno de los mejores magos: Juan Tamariz.
Siempre es buen momento para despertar al niño que llevamos todos dentro y, para eso, Juan Tamariz es único. Con la larga experiencia que tiene a sus espaldas, el mago lo consigue con creces a base de ilusiones aparentemente sencillas pero de una efectividad aplastante.
Delante de nuestras propias narices, los naipes van adquiriendo vida propia a merced del mago. Con unas manos siempre precisas, las cartas de la baraja van moviéndose, desapareciendo, apareciendo o, simplemente, sirven de predicción.
Y es que Juan Tamariz es experto en hacer posible lo imposible de la manera más cercana posible. Famosos son sus continuos chascarrillos y bromas que pone en marcha desde el primer minuto del espectáculo. Ya, en ese momento, tiene al público del Teatro Lope de Vega de Sevilla en el bolsillo.
Su eterno y clásico violín invisible es la marca de la casa que todos y todas estamos esperando, como colofón de algunos de sus trucos. Como bien decía él mismo, hemos venido a pasarlo estupendamente, y así ha sido.
Visitar uno de sus shows es entrar en un mundo donde cualquier cosa puede suceder como público, ya que te hace partícipe y te acerca el escenario hasta casi el asiento de al lado o de delante.
Su ya clásica magia de cerca sigue siendo igual de impactante, haciendo los trucos de cartas con testigos a ambos lados y con una cámara enfocando las manos y la baraja para que no perdamos detalle. Simplemente, espectacular.
Además, pudimos presenciar momentos de telepatía protagonizados por una asistente del público que llamó telefónicamente a un familiar para que pensase, sólo pensase sin decir en voz alta, una carta, la que fuese de la baraja de póker. ¿El objeto? Que Juan Tamariz la adivinase, y por supuesto que lo hizo. ¿Cómo? Ahí está la gracia del mago: nunca lo sabremos.
Al final de la primera parte del espectáculo, antes del descanso, salió al escenario Alan. Mago argentino que hizo el efectista truco en el que dibuja en un bloc una bola de bolos y, tras cerrar el cuaderno, cayó de su interior una bola consistente y, por supuesto, ¡desapareció del dibujo!
Igualmente, Consuelo Lorgia salió al escenario a poner en práctica juegos telepáticos de manera espectacular sin luces ni artificio. Sólo el público y ella, adivinando las cartas que estaban pensando algunos miembros del respetable, e incluso alguna melodía escogida mentalmente entre tres elegidas al azar por una persona del patio de butacas.
Sencillamente, pudimos vivir una noche memorable, como siempre que podemos presenciar la magia de Juan Tamariz. Haciendo fácil lo imposible y siendo niños por una noche.
Gracias a Familyagencia, especialmente a Julia Córdoba.
Gracias a Familyagencia, especialmente a Julia Córdoba.
Comentarios
Publicar un comentario