Una descarga de elegancia y buen gusto musical. Esa es la primera toma de contacto al escuchar "Good day", inicio del nuevo álbum de Jonathan Jeremiah que da título al mismo, publicado el pasado 31 de agosto en el sello PIAS.
Sin quererlo, te contagia de buen rollo, como si fueras paseando entre la gente por la ciudad mientras te ves envuelto en una escena de película antes de fundirse en negro para la siguiente escena. De esa siguiente escena se encarga el artista británico para ofrecer la faceta más blues-rock en "Mountain". Es difícil no sucumbir al cadencioso ritmo que Jonathan imprime y, por eso, "The stars are out" continúa en esa línea soul que su bronca voz perfila de una manera peculiar. No esconde para nada que las voces afroamericanas le han influido a la hora de elegir registro, porque cualquiera de las composiciones de este álbum podría erigirse como alma "negra" de blues.
Con un registro que me recuerda al comienzo a Hozier, "Long night" contiene desarrollo de cuerdas que traslada al oyente a una época muy cercana al funky y al sonido Filadelfia. Los temas son de corta duración, no les hacen falta más minutajes para ofrecer de manera concentrada la esencia de un artista que en este cuarto álbum ha ido más allá en la definición musical y en lo personal.
Para contradecir, "Deadweight" es el tema más largo con diferencia en el que Jonathan modula su voz alcanzando esos registros que nos gustaban de Amy Winehouse y que podrían ser banda sonora de una serie setentera...con su rollo sensual, of course. Bien podría ser también de una película de James Bond, por ejemplo. Y atentos a su cambio de ritmo, que me parece una genialidad.
La ruta prosigue. Nos vamos a un paisaje más agreste, solitario, minimalista. En cierta medida, folk y soul permanecen unidos en esta mezcla "Hurt no more" que, en algunos acordes, me recuerda a la épica "The house of rising sun", salvando las distancias, claro, pero es que las fuentes son las fuentes. Coros dando forma a las canciones, ese es un factor común junto a las ya mencionadas cuerdas que le dan al trabajo un aspecto impecable, de delicadeza y elegancia.
"Foot track magic", medio tiempo que bien podría haber sido interpretado por Travis, sin embargo tiene un aroma al "Mad about you" de Hooverphonic que le hace fácilmente degustable. Con "No-one", el bueno de Jonathan se tira a la piscina con una balada sencilla, piano y voz para ofrecer la desnudez de un momento único. "U-bahn (it's not too late for us)" hace buenas migas con "Shimmerlove" para presentar las dos caras de un soul de sofá y cama, al estilo Barry White.
Y, cerrando, "Yes in a heartbeat" es una magnífica forma de terminar la audición de un disco delicado y delicioso, donde se nota que Jonathan Jeremiah ha escuchado mucha música de la llamada "negra". Ha hecho suyas algunas de las formas más icónicas de estos ritmos que, bajo su punto de vista, sirven para dibujar un paisaje lleno de optimismo y crudeza simultaneas. Vamos, la vida misma.
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