Incombustibles, Simple Minds lanzan nuevo álbum. Walk Between Worlds (BMG Rights Management, 2018) es ya el décimo octavo disco de estudio de la formación escocesa, cuando acaban de conmemorar sus cuarenta años de vida.
Ocho nuevos temas, en la edición estándar, más otros tres en la edición deluxe son los condimentos de este nuevo trabajo bastante evocador de una banda que siempre ha estado ahí. Alabada por unos y denostada por otros, no se puede discutir su presencia en las distintas épocas musicales que han ido transcurriendo durante las últimas cuatro décadas. Tampoco podemos discutir que el estilo propio de Simple Minds está ahí, en discos tan seminales como Life in a Day o Real to Real Cacophony (ambos de 1979), los poderosos Sons and Fascination (1981) y Once Upon a Time (1985), o el comprometido Real Life (1991), con la impronta marcada a fuego por su líder Jim Kerr y las famosas guitarras atmosféricas de Charlie Burchill hasta la actualidad.
Pero volvamos al presente, porque la banda tiene fechas ya comprometidas para su gira de presentación de éste nuevo álbum y lo harán con un formato diferente a lo convencional. Sus espectáculos en directo se dividirán en tres partes: primero, la presentación en sí del álbum; segundo, una entrevista en directo (espero que no sea muy larga para que el público no se enfríe); y, tercero, una selección de clásicos de la banda, presumiblemente actualizados. En España, las citas previstas son: Granada (28 de junio, Plaza de Toros), Valencia (29 de junio, Jardines de Viveros) y Madrid (30 de junio, Noches del Botánico).
Walk Between Worlds es un disco con dos zonas bien diferenciadas. De una parte, sus cinco primeras canciones dibujan un escenario resumen de muchas de las facetas de Simple Minds. "Magic" es la poderosa manera de abrir el álbum, seguida de "Summer" que me recuerda a "Home" de Black & White 050505 (2005). Hasta este momento, el ambiente queda preparado para degustar "Utopia", algo más delicada y de sonido envolvente y fácil, pero la sofisticación viene de la mano de "The Signal and the Noise" perfectamente integrable en aquel Once Upon a Time y esos espacios abiertos y etéreos dibujados por "Alive and kicking" y "Sanctify yourself". A pesar de los pesares de muchos, para mi uno de los discos con más potencia de su carrera musical y publicado en un momento en el que la banda podía cabalgar entre los nuevos románticos, el AOR y la new wave a placer. ¡No será por etiquetas!. "In dreams" cierra esta primera parte de forma trepidante y con estribillo más que pegadizo y coreable en directo.
A partir de aquí, el disco adquiere otros matices. Los temas incorporan arreglos orquestales que, sin duda, les otorga cierta grandilocuencia a modo de banda sonora, codo con codo con los wah-wah de Charlie Burchill perfectamente integrados, como en "Barrowland star". Subimos en trascendencia para encontrarnos con una sublime "Walk between worlds" que guarda, quizás, en su interior una de las melodías más hermosas de todo el disco junto con unas estrofas centrales de dulce audición.
Estoy de acuerdo con otros medios de comunicación en los que he podido leer comentarios acerca de "Sense of discovery", canción que cierra la edición estándar del álbum y lo hace apelando a aquellos grandes momentos de estadios repletos y sonidos más que atmosféricos con un estribillo coral que recuerda muy mucho a "Alive and kicking"... esta vez, si. Un magnífico homenaje a los años dorados de la banda y un muy buen broche de cierre para el álbum.
A partir de ahí, en la edición ampliada, podemos escuchar "Silent kiss", "Angel underneath my skin" y la versión de "Dirty old town" en directo, originalmente publicada en Live and Rare (2003), un regalo de despedida para el seguidor acérrimo de Simple Minds que los esperará con los brazos abiertos en sus próximos conciertos.
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