Ainara LeGardon publicó antes de acabar 2017 su sexto álbum de título homónimo, ofreciendo un collage de experimentación lleno de distorsiones y espacios oscuros en los que, a veces, entra un rayo de luz potente que te hace tambalear. Claros y oscuros reflejados en el propio artwork del disco, con un orden y concierto determinado.
A todo esto, una vez más Ainara da un paso más hacia el vacío del riesgo. Esta vez sus composiciones cambian de idioma, y ésto que a priori podría dulcificar (y empeorar) las cosas como ha pasado a otras formaciones musicales angloparlantes desde los inicios, en el caso de Ainara le da un carácter más inquietante, amargo incluso, a las interpretaciones. La fuerza que transmite en sus temas se multiplica por diez cuando se sube al escenario en formato trío y... eso hay que presenciarlo. Yo tuve el placer de hacerlo y fue la oportunidad magnífica de descubrir una gran artista que tiene las cosas muy claras.
Mientras la volvemos a ver sobre las tablas, y esperemos que sea más bien pronto que tarde, desenmarañamos la clave que nos regala en su trabajo "Ainara LeGardon", porque su escucha hay que hacerla a lo grande y con calma. Es una combinación de piezas de diferente duración, alternando solemnidad, rabia, amargura, dulzura y dolor de una manera natural, como resultado de una improvisación masiva, cosa por otra parte a la que Ainara está más que acostumbrada porque sus inquietudes abarcan más allá de la música, ya que también el teatro de improvisación, las masterclass, sonidos experimentales y, por supuesto, su lucha incesante sobre cómo deberían ser las cosas en este mundo musical más comercial e industrial que otra cosa y la defensa de la autogestión hacen de la artista vasca todo un personaje más que interesante a conocer.
Como me gusta compartir las cosas que me gustan, aquí os dejo el álbum para que lo disfrutéis, escuchándolo sin prejuicios. Tomad vuestro tiempo para escucharlo, merece la pena.
Mientras la volvemos a ver sobre las tablas, y esperemos que sea más bien pronto que tarde, desenmarañamos la clave que nos regala en su trabajo "Ainara LeGardon", porque su escucha hay que hacerla a lo grande y con calma. Es una combinación de piezas de diferente duración, alternando solemnidad, rabia, amargura, dulzura y dolor de una manera natural, como resultado de una improvisación masiva, cosa por otra parte a la que Ainara está más que acostumbrada porque sus inquietudes abarcan más allá de la música, ya que también el teatro de improvisación, las masterclass, sonidos experimentales y, por supuesto, su lucha incesante sobre cómo deberían ser las cosas en este mundo musical más comercial e industrial que otra cosa y la defensa de la autogestión hacen de la artista vasca todo un personaje más que interesante a conocer.
Como me gusta compartir las cosas que me gustan, aquí os dejo el álbum para que lo disfrutéis, escuchándolo sin prejuicios. Tomad vuestro tiempo para escucharlo, merece la pena.
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