La investigación continúa. Como un científico acecha cualquier cambio que pueda suceder en el experimento que está realizando, Bunbury amasa la fórmula y va integrando o modificando ingredientes para que sus temas suenen siempre novedosos.
He tardado en redactar esta crítica, lo reconozco. A diferencia de los medios convencionales, en donde podemos disfrutar de los comentarios recién hechos de periodistas acreditados, blogueros ilusionados, agencias de prensa repitiendo la misma nota, todas ellas repletas de inmediatez por dar la noticia in situ, he preferido pararme a escuchar el nuevo álbum de Enrique Bunbury. Si, he dicho bien: escuchar el álbum, algo que no se hace últimamente mucho y que "Expectativas" se merece como el que más.
He tardado en redactar esta crítica, lo reconozco. A diferencia de los medios convencionales, en donde podemos disfrutar de los comentarios recién hechos de periodistas acreditados, blogueros ilusionados, agencias de prensa repitiendo la misma nota, todas ellas repletas de inmediatez por dar la noticia in situ, he preferido pararme a escuchar el nuevo álbum de Enrique Bunbury. Si, he dicho bien: escuchar el álbum, algo que no se hace últimamente mucho y que "Expectativas" se merece como el que más.
El riesgo es característico de los valientes y, una vez más, lo podemos comprobar en "Expectativas" (OCESA/Warner Music), potente afirmación en clave de rock de un Bunbury totalmente dueño de sí mismo, como es desde hace ya mucho tiempo.
"Expectativas" reúne once piezas de continua reivindicación y opinión personal rodeadas de una producción delicada y buenas dosis de rock, sazonadas con escaramuzas de prospección que el propio Enrique es capaz de hacer en otros territorios sonoros y que incorpora a sus composiciones.
Y no olvidemos que el instrumento por excelencia que resalta por encima de todo es su voz aunque, si se me permite la observación, esto es más subjetivo que objetivo, ya que la conjunción orquestada de voz y resto de instrumentos funcionan como un todo. Nada es más que nadie. Y de esta guisa, se van sucediendo los temas de este álbum, delicado y a la vez hiriente.
Una buena ostia al hastío del panorama rock actual con La actitud correcta se suma al más que actual Parecemos tontos. Lo mires por donde lo mires, lo parecemos... Y si no, a las pruebas de la actualidad me remito. Sin librarnos de más crítica social, Lugares comunes, frases hechas nos dice lo que todos siempre hemos sabido en alguna ocasión y es que la manipulación está a la orden del día, sea por medios de comunicación, políticos, etc... Consiguen que nuestro pensamiento sea único en ciertos temas y todo gracias a que, sin darnos cuenta, se nos inculca junto con el espíritu falso de corporativismo. Las peleas habituales entre iguales con Cuna de Caín son teloneras de los fraseos suaves de saxo en Al filo de un cuchillo. Saxofón, por cierto, que es rescatado en este trabajo de una forma digna, ya que recordemos que este instrumento ha formado parte de grandes hitos de la historia del rock y nunca está de más homenajearlo.
Un disco lleno de melodías cargadas de matices. Teclados y cuerdas se entremezclan, con apariciones estelares de los vientos de un saxo delicioso, para dar un sentido circular al álbum en su integridad. Desde la ira sin contener de La ceremonia de la confusión, con la que se inicia el viaje, hasta las confesiones sobre el amor y la inseguridad en La constante y Supongo, bajada de revoluciones para un final sonoro dramático con el objetivo de que quieras empezar de nuevo.
Advierto que este trabajo puede resultar adictivo. Para los que nos gusta Bunbury, su voz ya magnetiza bastante, pero si a ello le unes la crudeza de las letras y las melodías envolventes el cocktail es idóneo para que pongas varias veces el álbum al completo.
Una buena ostia al hastío del panorama rock actual con La actitud correcta se suma al más que actual Parecemos tontos. Lo mires por donde lo mires, lo parecemos... Y si no, a las pruebas de la actualidad me remito. Sin librarnos de más crítica social, Lugares comunes, frases hechas nos dice lo que todos siempre hemos sabido en alguna ocasión y es que la manipulación está a la orden del día, sea por medios de comunicación, políticos, etc... Consiguen que nuestro pensamiento sea único en ciertos temas y todo gracias a que, sin darnos cuenta, se nos inculca junto con el espíritu falso de corporativismo. Las peleas habituales entre iguales con Cuna de Caín son teloneras de los fraseos suaves de saxo en Al filo de un cuchillo. Saxofón, por cierto, que es rescatado en este trabajo de una forma digna, ya que recordemos que este instrumento ha formado parte de grandes hitos de la historia del rock y nunca está de más homenajearlo.
Un disco lleno de melodías cargadas de matices. Teclados y cuerdas se entremezclan, con apariciones estelares de los vientos de un saxo delicioso, para dar un sentido circular al álbum en su integridad. Desde la ira sin contener de La ceremonia de la confusión, con la que se inicia el viaje, hasta las confesiones sobre el amor y la inseguridad en La constante y Supongo, bajada de revoluciones para un final sonoro dramático con el objetivo de que quieras empezar de nuevo.
Advierto que este trabajo puede resultar adictivo. Para los que nos gusta Bunbury, su voz ya magnetiza bastante, pero si a ello le unes la crudeza de las letras y las melodías envolventes el cocktail es idóneo para que pongas varias veces el álbum al completo.
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