Treinta años no son nada y lo son todo. En este caso, "treinta años cantando siempre lo mismo", como decía Martirio en el concierto que ofreció en el POP CAAC de Sevilla el pasado viernes, es toda una vida dedicada a una particular visión del folcklore tamizado a través de sus sempiternas gafas de sol.
En este viaje a través de ese universo cotidiano y atrevido, Martirio es toda una presencia sobre el escenario. Dos horas se hicieron insuficientes para disfrutar de la buena voz y del buen humor de una mujer que no tenía que hacer mucho para tener al público más que rendido pero, aún así, lo hizo. Ofreció la fusión mágica que permite copla y jazz, flamenco y caribe, sensibilidad y alegría, todo un collage de ambientes y estados de ánimo perfectamente cohesionados por una gran voz. Y es que Martirio canta con poderío y el descaro que le avalan los "30 años" de intensa carrera musical a sus espaldas y que quedan resumidas en éste su último recopilatorio.
Piano, percusión, contrabajo y guitarra fueron los invitados a una fiesta que empezó "mala de acostarse" y terminó "atacá". Qué mejor manera de empezar y acabar una velada, en cuyos entresijos volaron los homenajes que Martirio realizó a grandes nombres y temas de la historia musical hispanoparlante. Por allí se dejaron caer las almas en forma de canción de Chavela Vargas y Compay Segundo, y unas impagables versiones de "Ojos verdes" (Conchita Piquer), "Tú eres mi marío" (Juanita Reina) y "Las palmeras" (Alberto Cortez). A destacar sin duda la versión en inglés de "La bien pagá (Paid so well)" (Miguel de Molina).
Todo este espectáculo amenizado con los interludios de una maestra de ceremonias ejemplar. Martirio no es istriónica. Es una mujer con la cabeza muy bien amueblada, agradecida de la vida y siempre moderna. Más de uno y una desearía poder ser como ella de mayor (incluido un servidor, que ya es mayor), porque es un gustazo poder ir por la vida con la cabeza bien alta, haciendo lo que te gusta y siendo reconocida como una artista "outsider" de gran talento. Música y diversión son las claves para que un artista disfrute con lo que hace y Martirio creo que lo ha conseguido. Se nota que está a gusto y lo transmite a los demás. No habla mucho entre canción y canción, eso está bien porque no hay nada peor que los que se creen poetas y no dicen nada. Pero, cuando habla, dice verdades como puños y con mucha gracia.
Disfruté con la celebración de la treintena musical de Martirio y con esos grandes músicos que le acompañaban en el escenario del POP CAAC de Sevilla, donde el sonido fue magnífico y pudimos comprobar que Raúl Rodríguez también ha heredado la vena artístico-humorística de su madre, introduciendo uno de sus nuevos temas propios en el concierto.
Tan sólo tengo una crítica, y no es del concierto en sí, sino de algunos asistentes. Como siempre, el ambiente de estos conciertos veraniegos está cubierto por familias con sus hijos, gente de mediana edad, más mayores, jóvenes... amantes de la música atemporal en definitiva. Vamos, magnífico. Pero también nos encontramos a esa pandilla de "intrusos" que van a un concierto a hablar a voces, portando sus Iphone 6 de última generación y camisas blancas ibicencas, con barbas hipsters (o a medio camino entre eso y un greñudo desfasado, no se muy bien), aroma de perfume aparentemente caro (luego habría que ver) y los ademanes estúpidos de colegueo más típico de playa que de concierto culto. Porque, si me lo permitís, estos seres no estaban a la altura intelectual de un concierto de tales características. Para hacerse seflies y no hacer ni puto caso al artista... para eso, vete a tu casa o te vas a un pub de copas para hincharte de hacer el tonto.
Aún así, el concierto iluminó con luz propia y eso es lo bueno. Otro tanto más a favor del POP CAAC. Nos vemos en el siguiente.
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