Segundo álbum de Pasajero, invitándonos al "Parque de atracciones"

Pasajero presentan su segundo álbum con el título de Parque de atracciones (Ernie Producciones), una vuelta de tuerca hacia un sonido más eléctrico y plagado de escenarios oscuros y agridulces, dignos de los tiempos que corren.

Pasajero y un "Parque de atracciones" para todos los públicos

Hay mucha fuerza contenida en el interior de este nuevo disco de los madrileños, junto con las angustias y rabias propias de circunstancias personales y sociales que nos ha tocado vivir. Y todo ello condimentado con el dramatismo que confiere la producción de Manuel Cabezalí, aportando su visión oscura y ampulosa del sonido envolvente, pero sin dejar de restar en potencia. Así, el sonido atmosférico se apodera de la introducción al tema que abre el disco y que proporciona el título al mismo.

Pero también hay rupturas serias, como en Protégelo, donde las guitarras se afilan y acidifican para no establecer una estructura única en el disco que, a su vez, se debe comprender en conjunto con todas las composiciones. No obstante, El arquitecto, Las llaves invisibles y el sencillo adelanto Intocables se convierten en claros ejemplos de cómo la oscuridad que anteriormente mencionábamos deja paso a una iluminación brutal a medida que avanzan en su desarrollo. Y todo ello, casi sin darte cuenta. Esa es la grandiosidad de la música.

Preparados para la gira de presentación

Hablando de Intocables, hay que destacar la coralidad de la misma ya que han contado con un buen puñado de participaciones, entre las que destacan Manuel Cabezalí y Javier Couceiro (Havalina) junto con otros nombres que para algunos de nosotros son más que conocidos y nos ha sorprendido agradablemente encontrarles, como es el caso de nuestra admirada Wilma Lorenzo.

En Parque de atracciones hay también tiempo para la intimidad de tempos lentos, como en Precipicio y Yo tampoco, y qué mejor manera de terminar un trabajo discográfico que dejándolo con un final parcialmente abierto como sucede con el tema Respira, de inquietante dramatismo pero que no oculta la "luz al final del túnel"... pero la de verdad, no la que los gobiernos mencionan hasta la saciedad.