Texto y fotografías: Inés Coloma
Mis no tan pequeños trastornos y yo atravesamos un Madrid vestido de juernes para llegar al Teatro Lara. Ya en la puerta se notaba que algo único me esperaba en esta ocasión y poco a poco todos fuimos entrando en el teatro, impacientes por ver qué nos deparaba este concierto.
En el patio de butacas sólo se veían un par de butacas vacías. Cuando salieron los músicos comenzaron los aplausos que pasaron a convertirse en un estruendo cuando, momentos más tarde, Julio de la Rosa hizo su aparición.
Desde el entresuelo, donde me encontraba, podía ver cómo la gente bailaba en sus butacas con las canciones de Pequeños Trastornos Sin Importancia, aunque no faltaron temas de discos pasados. Sonaron tanto Colecciono Sabotajes y Gigante como Hasta Que Te Hartes y Entresemana. Para el single de su último videoclip tenía algo especial preparado y creó una atmósfera especial mientras cantaba Un Corazón Lleno De Escombros.
El cantante se deshizo de la chaqueta y de los zapatos, se tiró por el suelo y rió a carcajadas. Nos hizo reír recuperando un tema de cuando formaba parte de El Hombre Burbuja: Kill The Mosquito y el premio a la antigüedad se lo llevó Pingüinos y Koalas, también de la banda. Con Maldiciones Comunes los aplausos surgieron después de la primera estrofa y todo coreamos aquello de “Que sufras, que ya es hora. Y si escuece, que te jodan”.
Acabó la música y todos comenzamos a aplaudir, músicos incluidos. Nadie parecía querer parar, todos queríamos alargar el momento. Todos queríamos que el concierto no acabara.
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