Layla, you've got me on my knees... Magnífica frase soportada sobre un inmortal riff de guitarra del gran "mano lenta" Eric Clapton.
Inicialmente publicada con Derek and the Dominos, es todo un símbolo de identidad del maestro Clapton. La canción está dividida en dos partes perfectamente diferenciadas y, aunque durante mucho tiempo he pensado que la segunda era innecesaria, con el tiempo he sabido valorar que es imprescindible para el conjunto. Sin duda, una canción de amor desesperado suena así, como Layla. Del torbellino de sensaciones, dejándote arrastrar como un perro si fuera necesario para conseguir una sola sonrisa de la susodicha, capaz de hacer lo que sea con todas tus fuerzas, se puede pasar a la melancolía del bajón que provoca no conseguirlo. Y ahí es donde encaja a la perfección este medio tiempo interminable de la segunda mitad, donde se mezclan la tristeza y la ternura.
Inicialmente publicada con Derek and the Dominos, es todo un símbolo de identidad del maestro Clapton. La canción está dividida en dos partes perfectamente diferenciadas y, aunque durante mucho tiempo he pensado que la segunda era innecesaria, con el tiempo he sabido valorar que es imprescindible para el conjunto. Sin duda, una canción de amor desesperado suena así, como Layla. Del torbellino de sensaciones, dejándote arrastrar como un perro si fuera necesario para conseguir una sola sonrisa de la susodicha, capaz de hacer lo que sea con todas tus fuerzas, se puede pasar a la melancolía del bajón que provoca no conseguirlo. Y ahí es donde encaja a la perfección este medio tiempo interminable de la segunda mitad, donde se mezclan la tristeza y la ternura.
Una canción que es historia. No sólo por la trama de la misma, sino porque se convirtió hace mucho en una banda sonora fundamental en la vida de muchas personas. En la mía, por supuesto que si.
Coincido contigo en todo. Una vez más.
ResponderEliminarMuchas gracias, compañero. Siempre da mucho gusto sentirse comprendido.
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