Una nueva jornada del Nocturama que, en esta ocasión, destilaba aroma de bourbon añejo y tabaco de liar. Sobre el escenario, nos encontramos el sonido blues más rockero que The Milkyway Express encendieron como una mecha, corriendo por entre el acalorado público. De otra parte, fuimos rodando al sur americano para llegar a Arizona Baby, en formato completo y con sus dosis de rock and roll fronterizo cubiertas de polvo del desierto. Sudor por los cuatro costados.
La noche prometía y así lo hizo saber el público congregado frente al escenario, ávido de dejarse avasallar por el tornado que estaba a punto de comenzar. Como ellos mismos dijeron, estaban jugando en casa y se sentían cómodos, demostrándolo con cada una de las interpretaciones llenas de armónica, slide, blues clásico y rock, mucho rock, todo comandado por una voz con personalidad y llena del aguardiente que se necesita para darle cuerpo a estos temas. Del alma ya se encargaron los demás miembros de The Milkyway Express. En más o menos una hora de repertorio, deshojaron las margaritas comprendidas en sus dos trabajos hasta la fecha. One day in summer es su segundo álbum con el que han generado muchas expectativas que han ido resolviendo positivamente allá donde ponían el pie, y no es para menos dada la maestría con la que van entremezclándose los ritmos blues, rock y psicodélicos, creando un ambiente muy cercano a lo que el flower power podría haber sentido tras fumarse un buen canuto en Woodstock.
Con unas tablas más encima, Arizona Baby cuenta con una de las bazas más importantes que marcan la diferencia con otros grupos: su maestro de ceremonias. Quizás por la corta duración prevista de la actuación, Javier Vielba (El Meister) no se dejó llevar tanto como otras veces por sus comentarios, dejándolos para la segunda mitad del concierto, pero lideró una actuación que se puede calificar de perfecta. Gran sonido de la mano de unos músicos que nos trasladaron muy cerca del sur de Texas, con temas pertenecientes a su último trabajo hasta la fecha, su EP extendido The truth, the whole truth and nothing but the truth (2012), el anterior Second to none (2009), o el primero Song to sing alone (2005). Por los dedos de Rubén Marrón se deslizaban salvajes punteos que iban desgranando algunos de los temas clásicos del grupo, como The truth o Shiralee, tema final del concierto. También, otras joyas infalibles aparecieron por allí, como su eterno homenaje a Black Sabbath (con imitación a Ozzy incluida) y la versión de The model, de los alemanes Kraftwerk, para mayor gloria del público de mayor edad. La nueva composición This old road, de aires más mexicanos, fue interpretrada así como, casi al final, The End de The Doors apareció para introducir The end of the line, y nos tuvimos que conformar con un recital que nos supo a poco, aunque éramos conscientes de las limitaciones horarias.
Una vez más, el Nocturama no defraudó y eso va creando afición, incluso en las jovencísimas generaciones que nos acompañan a veces a los conciertos. En un momento del concierto, intercambié palabras con David Linde, de La Suite, y me comentó que conocía a una niña que llevaba yendo allí desde que tenía cero años. Ahora, ya tiene nueve. Os animo a que hagáis partícipes a vuestros retoños de un gusto tan bueno como es el de la música.
La noche prometía y así lo hizo saber el público congregado frente al escenario, ávido de dejarse avasallar por el tornado que estaba a punto de comenzar. Como ellos mismos dijeron, estaban jugando en casa y se sentían cómodos, demostrándolo con cada una de las interpretaciones llenas de armónica, slide, blues clásico y rock, mucho rock, todo comandado por una voz con personalidad y llena del aguardiente que se necesita para darle cuerpo a estos temas. Del alma ya se encargaron los demás miembros de The Milkyway Express. En más o menos una hora de repertorio, deshojaron las margaritas comprendidas en sus dos trabajos hasta la fecha. One day in summer es su segundo álbum con el que han generado muchas expectativas que han ido resolviendo positivamente allá donde ponían el pie, y no es para menos dada la maestría con la que van entremezclándose los ritmos blues, rock y psicodélicos, creando un ambiente muy cercano a lo que el flower power podría haber sentido tras fumarse un buen canuto en Woodstock.
Con unas tablas más encima, Arizona Baby cuenta con una de las bazas más importantes que marcan la diferencia con otros grupos: su maestro de ceremonias. Quizás por la corta duración prevista de la actuación, Javier Vielba (El Meister) no se dejó llevar tanto como otras veces por sus comentarios, dejándolos para la segunda mitad del concierto, pero lideró una actuación que se puede calificar de perfecta. Gran sonido de la mano de unos músicos que nos trasladaron muy cerca del sur de Texas, con temas pertenecientes a su último trabajo hasta la fecha, su EP extendido The truth, the whole truth and nothing but the truth (2012), el anterior Second to none (2009), o el primero Song to sing alone (2005). Por los dedos de Rubén Marrón se deslizaban salvajes punteos que iban desgranando algunos de los temas clásicos del grupo, como The truth o Shiralee, tema final del concierto. También, otras joyas infalibles aparecieron por allí, como su eterno homenaje a Black Sabbath (con imitación a Ozzy incluida) y la versión de The model, de los alemanes Kraftwerk, para mayor gloria del público de mayor edad. La nueva composición This old road, de aires más mexicanos, fue interpretrada así como, casi al final, The End de The Doors apareció para introducir The end of the line, y nos tuvimos que conformar con un recital que nos supo a poco, aunque éramos conscientes de las limitaciones horarias.
Una vez más, el Nocturama no defraudó y eso va creando afición, incluso en las jovencísimas generaciones que nos acompañan a veces a los conciertos. En un momento del concierto, intercambié palabras con David Linde, de La Suite, y me comentó que conocía a una niña que llevaba yendo allí desde que tenía cero años. Ahora, ya tiene nueve. Os animo a que hagáis partícipes a vuestros retoños de un gusto tan bueno como es el de la música.
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