Las nuevas composiciones de Low han adquirido luminosidad, eso es un hecho. Sin dejar de lado la pasmosa nostalgia que despiertan las voces de Alan Sparkhawk y Mimi Parker, acompañadas al bajo por Steve Garrington, el escenario te lleva hacia situaciones más optimistas y se nota en cada uno de los temas que componen The Invisible Way, el último trabajo de la banda norteamericana publicado por Sub Pop.
Ante todo, hay que destacar la sencillez con la que presentan estos temas. Nada de parafernalias ni producciones épicas. No les hace falta y, si así fuera, no serían Low. Plastic cup ofrece una overtura muy característica del grupo, porque la base no ha cambiado. Las partes aparentemente interminables de los temas van apareciendo en cada uno de ellos, pero con estilos diferentes y la mano de Jeff Tweedy planea como si tal cosa, casi sin darte cuenta. Amethyst, con una larga introducción instrumental, presenta a la perfección el auténtico sello marca de la casa: las armónicas voces de Alan y Mimi acariciándote el oído.
En So blue, el ritmo sube. Inevitablemente, me recuerda a la grata sorpresa que me llevé al escuchar Specially me, del anterior álbum C'mon. Aquí desarrollan uno de esos eternos estribillos de repetición hasta la saciedad, mientras vas contando los tiempos y vas apostando cuándo termina pero, cuando menos te lo esperas, lo hace y te quedas con ganas de más. Holy ghost es una balada intimista con grandes dosis folk. Simplemente, preciosa. Con el piano de fondo termina ésta y da comienzo Waiting, mostrando el dúo perfectamente contrapesado de Alan y Mimi que mantienen la tensión dramática, en penumbra, para llegar a Clarence White, donde aparece el rock contenido del trío, con un irresisible "I know I should'nt be afraid" como pilar básico del tema que resulta corto, y eso quiere decir que es bueno, muy bueno. Four score nos vuelve a sentar con tranquilidad para bucear en las aguas de la delicadeza, como en cualquiera de las piezas de su Drums and guns (2007), y de esa manera prepararnos para otra de esas delicias que nos tiene reservadas la batería suave de Mimi que, a la voz, interpreta Just make it stop, el otro tema colorido del álbum con el que rápidamente empatizas. Es inevitable.
Una sencilla dedicatoria, llamada Mother, se acaba por convertir en ese tipo de canciones que todo el mundo hubiera deseado componer: guitarra y voz, casi a solas. Precede a On my own, en la que se endurece el desarrollo con la guitarra más sucia de Alan llevándonos, mientras seguimos el pasmoso ritmo a golpe de pie y de cabeza, hasta el final con un continuo "happy birthday" de fondo. Finaliza To our knees, otra pieza preciosista que, poco a poco, nos va acunando hasta casi dejarte vencer por los brazos de la tranquilidad y convertirte en uno más de ellos.
En ese momento, acabas de entrar en conexión absoluta con el universo Low, difícil al principio pero adictivo al final.
En ese momento, acabas de entrar en conexión absoluta con el universo Low, difícil al principio pero adictivo al final.
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