Escrito por: María Patrignani Cuerda
Los baezanos llegaban a la capital hispalense tras dos noches seguidas colgando el sold out en La Riviera de Madrid, la Sala Custom no se quedó atrás porque Supersubmarina es una de esas bandas que tiene algo especial y que llena el escenario con tan sólo subirse a él.
Sonaron los primeros acordes de Para dormir cuando no estés y el público enloqueció al ver las siluetas del quinteto en escena deseando que nos contasen esos secretos que no podríamos ni creer. Sin mediar palabra, Chino, el vocalista del grupo, continuó con la mujer elegida, Ana seguida de El Baile de los muertos que hicieron que las palmas y los saltos llegasen a la Custom y no parasen hasta el final del concierto.
Llegaba el turno de una de las canciones más esperadas, LN Granada que transportó al público al Paseo de los Tristes para bailar y cantar sin parar. Aprovechando la euforia del momento, los jienenses entonaron Tu saeta, pero a los allí presentes no les importaba de quién fue el error porque estaban buscándonos un sitio y abriendo los brazos en El encuentro que parecía eterno.
A continuación, el teclado de Javier Serrano, último miembro en incorporarse al grupo, se hizo protagonista en Canción de guerra que no dejó a nadie indiferente, para continuar sincerándose en De las dudas infinitas, aunque no perdieron el tiempo ni necesitaban decir ese lo siento sin motivo, porque los asistentes estaban totalmente entregados a sus melodías.
Por un momento, consiguieron que el público tuviera el cielo en sus manos y separase del suelo sususu… su cuerpo con Supersubmarina, nadie estaba cansado ni harto y llegó el momento de Tecnicolor, con la que se aseguraron que cuando vuelvan los allí presentes sí que estarán para repetir el conciertazo. Los coros siguieron para cuestionarnos qué nos está pasando con Hogueras y llegamos hasta el sol con Cometas para continuar con nuestra Santacruz en la que Chino nos regaló esos segundos inmortales que forman parte del estribillo y que todo el mundo coreó.
Y como si estuviera escrito en nuestro destino llegó Ola de calor en la que gritamos y gritamos a los pies de los jienenses que en esta ocasión sí que nos oyeron y equilibraron la balanza entonando En mis venas con la que por un momento y con tanto saltar se nos olvidó la ley de la gravitación.
Los bises nos trajeron la esperadísima fiesta de Kevin McAlister, uno de los temas más apreciados por los seguidores del grupo, con la que se hicieron gigantes en el escenario para continuar con Hermética, en la que las guitarras de Jaime y Chino hicieron que el público no parase de saltar. Siguieron haciendo su particular tributo a la generación del XXI vaticinando que se abrirán puertas que nunca han estado abiertas, porque el camino equivocado ya llegó a su final, como indican en Niebla que fueron mezclando, a su fin, con los primeros riffs de Puta vida con la que arreglaron el mundo por unos minutos y finalmente mostraron sus agradecimientos a todos los que han hecho posible esta magnífica gira. Y aunque llegó la hora de terminar, con Cientocero nos dejaron bien claro que esto no ha hecho más que empezar, porque el tiempo de su talento no pasará tan rápido y han llegado para quedarse en nuestro panorama musical.
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