La segunda jornada del Festival Optimus Alive 2012 se presentaba llena de emoción. Con una presencia mayor de público en el recinto, la brisa marina se transformó poco a poco en viento fresco que no impidió en absoluto que la gente permaneciera inmóvil, ante lo que estaba apunto de suceder.
Mumford & Sons (a los que dedicamos el post que puedes leer aquí) hicieron una demostración impactante sobre el escenario de cómo el folck-rock americano se puede convertir en súbitos cambios de ritmo melódicos, realzados por la increíble voz de Marcus Mumford y el acompañamiento de cuerdas que otorgan la nostalgia sonora precisa a unas piezas perfectamente engranadas y seguidas por una gran cantidad de público ante ellos.
Tras la ausencia fortuita de Florence & The Machine, la organización del Festival actuó con rapidez y su hueco fue ocupado por Morcheeba, ofreciendo un elegante concierto lleno de sensualidad con la voz de Skye Edwards y los ritmos trip-hop, rayando el soft-funk, repletos de detalles ambientales y un wah-wah omnipresente saliendo de las cuerdas de Ross Godfrey. Poco más de una hora de sonido perfecto, demostrando la profesionalidad del grupo al sólo disponer de un día para preparar el concierto (según mencionó Ross, "tuvieron conociemiento de que existía el Optimus Alive poco más de veinticuatro horas antes"), como se pudo comprobar en sus éxitos "Be Yourself" y la pieza con la que cerraron el concierto, el celebérrimo "Rome Wasn't Built In a Day".
Y, por fin, llegó el momento. Con extrema puntualidad (eternamente agradecido), las luces del escenario se atenuaron para comenzar a escuchar las primeras estribaciones de "Plainsong". Durante tanto tiempo esperando este momento y, al final, llegó. Ahí estaba, delante de Roger O'Donnell, Jason Cooper, Reeves Gabrels, Simon Gallup y un inconmensurable, a la vez que eterno, Robert Smith. Era como estar viendo uno de los múltiples conciertos grabados de The Cure, pero todo era diferente.
De repente, te encuentras en comunión con el resto del público, te extraes de dónde y cuándo estás porque pasas a formar parte de "Just Like Heaven", porque también piensas que "Friday I'm In Love", porque te quieres perder en "A Forest" (inevitablemente, siempre me pondrá los vellos de punta), porque quieres hacer "Pictures Of You", porque sabes que "Boys Don't Cry" (magnífico final de la primera parte donde Mr. Smith preguntó al respetable si quería una canción lenta o rápida).
Durante las tres horas de concierto, no dejaba de preguntarme "Why Can't I Be You", no quería que terminase para decir "Let's Go to Bed", un poquito de swing con "Love Cats", una llamada equivocada con "Wrong Number"... Fueron muchos los sueños que se vieron cumplidos en una mágica noche en la que, por fin, pude ver a The Cure.
Esta vez, no me los perdí. No se si habrá más oportunidades pero, si las hay, no me lo pensaré dos veces.
Tras el potentísimo "Killing An Arab", se apagaron las luces. Hasta la próxima.
Mumford & Sons (a los que dedicamos el post que puedes leer aquí) hicieron una demostración impactante sobre el escenario de cómo el folck-rock americano se puede convertir en súbitos cambios de ritmo melódicos, realzados por la increíble voz de Marcus Mumford y el acompañamiento de cuerdas que otorgan la nostalgia sonora precisa a unas piezas perfectamente engranadas y seguidas por una gran cantidad de público ante ellos.
Tras la ausencia fortuita de Florence & The Machine, la organización del Festival actuó con rapidez y su hueco fue ocupado por Morcheeba, ofreciendo un elegante concierto lleno de sensualidad con la voz de Skye Edwards y los ritmos trip-hop, rayando el soft-funk, repletos de detalles ambientales y un wah-wah omnipresente saliendo de las cuerdas de Ross Godfrey. Poco más de una hora de sonido perfecto, demostrando la profesionalidad del grupo al sólo disponer de un día para preparar el concierto (según mencionó Ross, "tuvieron conociemiento de que existía el Optimus Alive poco más de veinticuatro horas antes"), como se pudo comprobar en sus éxitos "Be Yourself" y la pieza con la que cerraron el concierto, el celebérrimo "Rome Wasn't Built In a Day".
Y, por fin, llegó el momento. Con extrema puntualidad (eternamente agradecido), las luces del escenario se atenuaron para comenzar a escuchar las primeras estribaciones de "Plainsong". Durante tanto tiempo esperando este momento y, al final, llegó. Ahí estaba, delante de Roger O'Donnell, Jason Cooper, Reeves Gabrels, Simon Gallup y un inconmensurable, a la vez que eterno, Robert Smith. Era como estar viendo uno de los múltiples conciertos grabados de The Cure, pero todo era diferente.
De repente, te encuentras en comunión con el resto del público, te extraes de dónde y cuándo estás porque pasas a formar parte de "Just Like Heaven", porque también piensas que "Friday I'm In Love", porque te quieres perder en "A Forest" (inevitablemente, siempre me pondrá los vellos de punta), porque quieres hacer "Pictures Of You", porque sabes que "Boys Don't Cry" (magnífico final de la primera parte donde Mr. Smith preguntó al respetable si quería una canción lenta o rápida).
Durante las tres horas de concierto, no dejaba de preguntarme "Why Can't I Be You", no quería que terminase para decir "Let's Go to Bed", un poquito de swing con "Love Cats", una llamada equivocada con "Wrong Number"... Fueron muchos los sueños que se vieron cumplidos en una mágica noche en la que, por fin, pude ver a The Cure.
Esta vez, no me los perdí. No se si habrá más oportunidades pero, si las hay, no me lo pensaré dos veces.
Tras el potentísimo "Killing An Arab", se apagaron las luces. Hasta la próxima.
Nota: La imagen no trae nada de destacar, pero es mi testimonio gráfico de que estuve ahí.
Doy fe del maravilloso concierto al que asistimos.
ResponderEliminarUno de los mejores a los que he ido.
Es de esos que hay que vivir, porque son muy difíciles de contar.
Muchas gracias por el comentario y, sobre todo, por el apoyo para poder llevar a cabo esta locura.
ResponderEliminarHabrá que ir a por más!!