Iván Ferreiro, junto con su hermano Amaro, realizaron un set de canciones en modo acústico sobre el escenario del ciclo de conciertos NOCTURAMA, organizados por La Suite en los jardines del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
Teclado y guitarra eléctrica. Dos instrumentos y la voz de Iván fueron suficientes para mantener en silencio al numeroso público que se dió cita allí, sin duda en el que quizás sea el concierto de máxima asistencia hasta el momento. Al comienzo del espectáculo, el propio artista gallego fue el que animó al público a sentarse, como él lo estaba, para así hacer más cercano e íntimo este encuentro. Con una acústica excelente, pudimos comprobar cómo las melodías iban esparciéndose por encima de nuestras cabezas, presenciando un concierto típico de aforos reducidos frente a una audiencia de tamaño medio.
Durante más de hora y media, Iván Ferreiro desplegó su repertorio lleno de clásicos inevitables e ineludibles junto a su época de Los Piratas, como la nostálgica Años 80 o la declaración de Promesas que no valen nada (felizmente culminada con Insurrección de El Ultimo de la Fila) y, ya en su etapa en solitario, la sacudida enfurecida de Farenheit 451 o la ternura de Turnedo. Canciones de amor y desasosiego creadas con unas letras comprensibles y totalmente identificables con situaciones personales que a cualquiera le pueden suceder. Ese es el secreto de Iván Ferreiro que se ha convertido en referente de artista independiente y a contracorriente de modas, con una capacidad enorme para afrontar tanto un recital acústico, como el presenciado en esta ocasión, como un concierto con la banda al completo, como pudimos comprobar en el Festival PortAmérica del pasado mes de Julio.
La gira promocional del recopilatorio Confesiones de un artista de mierda hizo parada en Sevilla para ofrecer la versión más cercana y directa de una persona comprometida con el arte y que se llevó el cariño y la admiración de todos los presentes.
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