Para este humilde redactor, no queda más remedio que comenzar la crónica dando la enhorabuena a la organización del Festival PortAmérica, capitaneada por Esmerarte, porque realmente ha sido un evento en el que, al margen de las expresiones artísticas, ha brillado lo bien estructurado que estaba el espacio haciendo aún mucho más agradable presenciar los artistas que conformaban el cartel, al amparo de una más que fresca, a veces, brisa marina proveniente de Playa América, en Nigrán (Pontevedra).
Quizás el hecho de ser la primera edición la ha hecho más accesible y cómoda para todos los asistentes, lo cuál aumenta su atractivo, pero no descarto para nada un aumento en la afluencia de público para próximas ediciones por lo también atractivo de su localización y su seguro más que conseguido cartel de participantes, como lo ha sido en esta ocasión.
La Orquesta Metamovida resulta una apuesta de lo más atrevida y arriesgada dado que, con los hasta quince miembros que llegué a contar sobre el escenario, la suma de percusiones y cuerdas están acompasadas por un director eventual de la orquesta, mezclando consignas a modo de frases sueltas (la parte que menos se escuchaba) con golpes de ritmo cada vez más histérico, a veces asíncrono. En algunos momentos, sonaba al rock progresivo de los setenta. De hecho, el final fue con una versión de Led Zeppelin. Ahí es nada!
Poco a poco, la gente se iba aglomerando frente al escenario para escuchar los primeros sonidos de gaviotas y olas rompiendo en las rocas. Xoel López y su banda aparecieron pocos segundos después, entre los aplausos y gritos del público, para iniciar su recorrido por "Atlántico", su último trabajo hasta la fecha, con ritmos a mitad de camino entre la melancolía gallega y la frescura caribeña. Desde mi punto de vista, había dos defectos en la actuación: el sonido estaba muy alto para este tipo de música y, el peor para mi, las chicas que hacían las voces de coro la tenían muy aguda, realmente disonantes. Pero es indiscutible que el conjunto de piezas elegidas resultaban muy agradables mientras la noche iba cayendo poco a poco sobre el Festival. El momentazo vino cuando Xoel llamó al escenario a Iván Ferreiro para acompañarle en "Tierra", algo que estaba cantado dadas las comunes participaciones en otras ocasiones y la posterior actuación de Iván en el Festival. Y, como no podía ser de otra manera, pasó de puntillas por su anterior proyecto Deluxe. Aunque los cambios de etapa son buenos, también lo es recordar.
Tras una actuación digna de Xoel López, salió el que verdaderamente jugaba en casa. Iván Ferreiro deleitó al público con la selección de sus clásicos, tanto en solitario con sus más recientes "Confesiones de un artista de mierda" como en su época con Los Piratas. Con consignas de apoyo al Festival entre las canciones, Iván se había metido en el bolsillo a la audiencia con sólo salir a escena, y todos corearon y siguieron brazos al aire sus interpretaciones, bien sentado al piano, bien micrófono en mano. Tan sólo, imaginad por un momento el delirio local cuando sonaron "Promesas que no valen nada" o la celebérrima "Años 80". Con respecto al sonido, sensiblemente mejor, sin duda.
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