Finaliza la actuación con el público en éxtasis coreando de viva voz “Ni tú ni nadie”, éxito inmortal. Después, sintonía folklórica de “Gracias por venir” y se acabó el espectáculo.
Así concluye una hora y media de lentejuelas y plumas, purpurina y cuerpos moldeados, que comenzó con “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?” entrelazado con “Bailando”. Una tras otro, iban apareciendo las canciones que habían hecho historia con Pegamoides, Dinarama y, por supuesto, en la etapa de Fangoria, y todas ellas pasadas por el tamiz de la reinterpretación y actualización a los tiempos actuales (como las versiones de software).
Sobre el escenario, Alaska era la jefa, la “estricta gobernanta” (¡qué gran canción “Un hombre de verdad”!), acompañada por un cuerpo de baile formado por dos boys y dos vedettes que, con sus movimientos y cuerpos espectaculares, subían la líbido de todos los presentes. Nacho Canut, como siempre, con actitud impasible, estático, discreto en un segundo plano.
Sobre el sonido pregrabado que, por cierto, tenía muy bien modulado el volumen al tamaño del auditorio, la voz de Alaska estaba siempre acompañada por una segunda voz del coro, e iban saltando desde “El bote de Colón” hasta “La tribu de las Chochoni”, pasando por “Victima de un error”, el otro momento verdaderamente álgido de la noche con “¿A quién le importa?”, “No se qué me das”, “Retorciendo palabras” y, como no, la canción compuesta para Sara Montiel “Absolutamente”. Todo sin solución de continuidad, hasta llegar a las dos canciones destinadas a bises. Pero, si tengo que elegir, me quedo sin duda alguna con la última canción interpretada previa a los mencionados bises...”la interrogué en el camerino sobre la muerte de René”...”recordé su frase, aquella historia sobre Perlas Ensangrentadas”... Ahí se me pusieron los pelos de punta y se me hizo un nudillo en la garganta. Ya mencioné en un post anterior que es una de mis canciones favoritas de Dinarama.
Para abrir boca de este show, organizado por Hyundai Music Park en el Auditorio Rocío Jurado de Sevilla, se puso sólo ante el peligro un mediático Mario Vaquerizo que hizo las delicias de los presentes con una selección musical, a modo de sesión, muy adecuada y bastante acertada. Recorriendo los años setenta (con “Qué será de mi vida”, de Gibson Brothers), los ochenta (con Tracy Ullman y “Breakaway”), y llegando hasta hoy con Lady Gaga, Kilye Minogue o la mismísima Madonna. El éxito estaba asegurado con ese contenido. Una hora de música que calentó al personal y lo preparó para el vodevil que iban a presenciar a continuación. A modo de regalo, al final de la crónica, tenéis un pequeño vídeo con parte de su actuación.
Al éxito de la organización, debo sumar una percepción personal. Quiero destacar el gran placer que me suscitó poder estar a dos metros de uno de los mitos de la música pop en nuestro país. Alaska es lo que vemos en los medios. No hay trampa ni cartón. Es una persona que con su presencia me impresiona (ya no sólo estéticamente, sino también por el hecho de estar delante de un trozo importantísimo de la historia de la música en nuestro país) y que es todo un mito.
No tuve oportunidad de hacerme una fotografía con ella, cosa que me hubiera encantado, pero lo que si me llevo es un guiño que me lanzó en plena rueda de prensa. No tengo registro gráfico de ello, pero para mi es suficiente.
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