Tal día como hoy no se celebra nada relacionado con Tino Casal, lo se. Por lo menos nada llamativo pero, por eso mismo, porque no hace falta que sea un día en concreto para recordarle, me permito el lujo (y digo, bien: un auténtico lujo para mí) parar el espacio-tiempo por unos instantes y rememorar a todo un icono pop de los años 80 españoles, con su toque kitsch de nuevo romántico exagerado, y su prolífica forma de expresarse.
Aunque lo que más nos ha trascendido es su faceta como cantante de voz nítida y perfecta dicción, compositor y productor (lo fue de Obús…¿qué os parece?), no olvidemos su paso por la Movida madrileña, dentro de esa gran amalgama de personajes y personalidades que hicieron de esa época una explosión de necesidades de expresión a todos los niveles, germen de lo que somos hoy y por donde nunca volveremos a pasar.
Tino Casal era un moderno incluso para su época. Como a otros muchos artistas les sucedió, trajo consigo mucha información del Londres más efervescente y glam para componer dejando su impronta. Era fácil reconocer que estabas escuchándole cantar.
Y quiero recordarle, no con lo primero que hizo. Tampoco con lo último. Me voy a quedar un paso antes y disfrutar de, para mi gusto, la mejor versión de “Eloise” que he escuchado. Y no es porque esté la Royal Philharmonic Orchestra detrás (sin Luis Cobos, menos mal), sino porque me paso los cinco minutos largos que dura la canción esperando los segundos finales. Escuchad y sabréis por qué.
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