Bunbury - "Odiame"
Recientemente he leído en MondoSonoro la espeluznante noticia del robo al que ha sido sometido Bunbury en su propio domicilio de Los Angeles. No resulta una noticia de gran carga dramática puesto que la sustracción tuvo lugar en ausencia del artista y, aparentemente, no hubo grandes desperfectos, salvo la desaparición de un ordenador conteniendo parte de lo que sería su próximo trabajo discográfico.
Y ahí es donde debemos detenernos a reflexionar. Lógicamente, debemos de caer en la cuenta en que hay gente que sabe qué haces y dónde estás; que, además, sabe que posees material de almacenamiento informático con posibilidades de contener información muy útil; que, en alguna conversación animada por los vapores etílicos, ha captado la interesante noticia de que no existen más copias; que, como incentivo, van a recibir interesantes ingresos por el "trasvase" de esta información a las manos adecuadas...Toda una serie de conjeturas que, sinceramente, no creo que sean muy descabelladas.
El negocio de la música sigue dando mucho dinero. Quizás no lo de a las mismas personas que antes y en la misma cantidad, pero es un negocio que sigue proporcionando multitud de ingresos tipo pirámide cuando se conduce por los cauces adecuados, sean legales o no. En este gran saco podemos meter a muchos, pero de lo que si hay que ser conscientes es que "porque las cosas cambian...", como dice Bunbury, quizás es el momento de tomar otros rumbos y otras filosofías.
Menos mal que, según parece, no hay que alarmarse puesto que todo el material musical lo guarda en su propia memoria (¡qué envidia!) y el software correspondiente seguramente lo podrá bajar de la red (...que inapropiado suena esto, ¿no?) pero...¿y el material personal?
Lo peor de todo esto es la invasión de la intimidad. Fotos, documentos, canciones...Tu vida.
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