En marzo celebraremos el cuarenta aniversario de uno de los discos que han marcado, a fuego, el auténtico significado de los términos "trabajo conceptual". Tras una de las mejores y más sencillas portadas del rock, se alberga una auténtica obra maestra, claro punto de inflexión en la historia musical reciente: The Dark Side Of The Moon, del mítico grupo británico Pink Floyd.
The Dark Side Of The Moon fue el octavo disco de estudio de la banda londinense, cinco años después de la marcha (o abandono) del que fuera motor creativo del mismo, Syd Barret. Su lugar físico, y a la larga convirtiéndose en pilar básico de la formación, fue ocupado por David Gilmour y su especial, delicada y sobria forma de puntear los diferentes modelos de guitarra que han caído entre sus brazos. Todo comenzó en 1972 cuando, en los clásicos estudios Abbey Road de Londres, Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright se encontraron con un joven, pero experto, ingeniero de sonido Alan Parsons a los mandos de la mesa controladora y mezcladora. La unión de Alan con los estudios venía de antes, empezando como Tape-Operator en Abbey Road y habiendo ya trabajado con Pink Floyd en su Atom Heart Mother, en el mítico homenaje a los propios estudios realizado por The Beatles o en el álbum final Let It Be de los de Liverpool.
Hay muchas cosas extraordinarias destacables en este disco, tanto en lo artístico como en lo técnico. Además de ser uno de los primeros discos conceptuales de la música moderna, Pink Floyd fueron un paso más allá en cuanto al buen uso de las nuevas tecnologías disponibles en aquel momento, como por ejemplo utilizando los primeros multitracks de 16 pistas, sintetizadores, o lo que podemos apreciar en la introducción de Money, donde Roger Waters crea un ciclo compuesto por distintos trozos de cinta unidos en una sola toma. El mismo Roger que, el pasado 2008, pudimos ver en directo cómo aplicaba el sonido cuadrafónico al recinto donde comenzamos a vibrar al unísono a ritmo del latido inicial de Speak to me.
Aún hoy es el día en el que me sigo preguntando, ¿cómo es posible que se desarrollasen esas magníficas composiciones, llevadas al vinilo casi sin solución de continuidad? Tan sólo, pensad en la genialidad que resultó de entre los dedos de Richard Wright al componer The great gig in the sky, pieza instrumental que sirve de punto de inflexión de toda la obra y cuyos protagonistas principales son el piano y la estremecedora voz de Clare Torry. O por qué no dejarse llevar por la paranoica persecución aérea con On the run y su agotador apocalíptico final que abona el terreno al sobresalto de Time. Sencillamente, demoledor. Y todo ello, salpicado con múltiples frases procedentes de gran cantidad de personajes, conocidos y no tanto, haciendo las veces de conversaciones que uno va encontrando a lo largo de su vida.
Aún hoy es el día en el que me sigo preguntando, ¿cómo es posible que se desarrollasen esas magníficas composiciones, llevadas al vinilo casi sin solución de continuidad? Tan sólo, pensad en la genialidad que resultó de entre los dedos de Richard Wright al componer The great gig in the sky, pieza instrumental que sirve de punto de inflexión de toda la obra y cuyos protagonistas principales son el piano y la estremecedora voz de Clare Torry. O por qué no dejarse llevar por la paranoica persecución aérea con On the run y su agotador apocalíptico final que abona el terreno al sobresalto de Time. Sencillamente, demoledor. Y todo ello, salpicado con múltiples frases procedentes de gran cantidad de personajes, conocidos y no tanto, haciendo las veces de conversaciones que uno va encontrando a lo largo de su vida.
Y, por supuesto, no puedo evitar volver a hablar del increíble trabajo de mezcla llevado a cabo por Alan Parsons, demostrando una enorme sensibilidad para captar la visión artística de la banda. Su trabajo en este disco, demuestra una excelente comprensión de la producción y el uso del estudio como instrumento. Aunque todo el álbum es un completo ejemplo de ello, voy a dar en la fibra sensible y quiero que os detengáis de nuevo en la maravilla estructural de Money: distintos tiempos, un saxo desgarrador, un solo de guitarra épico (dividido magistralmente en dos formas de interpretar bien diferenciadas), ... Acompañando este post podéis encontrar un documental en el que se habla sobre el making-off del álbum, casi en tiempo real, con declaraciones de los implicados e imágenes retrospectivas, incluida alguna explicación práctica del gran ingeniero. ¿Merece la pena detenerse a desgranar un poco los entresijos de esta gran obra de arte? Yo creo que si.
Sin duda es uno de esos discos de referencia que merece la pena revisitar o descubrir, si aún no se conoce. En mi caso, forma parte del selecto grupo de discos predilectos y necesarios para comprender la música como la entiendo. ¿Y en el vuestro?
Sin duda es uno de esos discos de referencia que merece la pena revisitar o descubrir, si aún no se conoce. En mi caso, forma parte del selecto grupo de discos predilectos y necesarios para comprender la música como la entiendo. ¿Y en el vuestro?
Como último detalle, The Dark Side Of The Moon permaneció más de quince años en las listas del Billboard americano. Ahora, disfruta del documental.
Hito indispensable. Hasta que no lo has oído 100 veces,no lo has oído suficiente.
ResponderEliminarY, aún así, cada vez que lo escuchas seguro que descubres algún detalle en el que fijarte. Imprescindible.
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