La nueva propuesta que nos hace Barón Rojo no se puede calificar por menos que de ambiciosa. Cuando los rockeros anunciaron que su nuevo disco sería algo que nadie esperaba, lógicamente la curiosidad floreció por todos lados por ver cuáles serían los derroteros compositivos de los hermanos De Castro. Efectivamente, no se lo esperaba nadie. El decimotercer trabajo en estudio de la histórica formación madrileña, nada más y nada menos, es la versión en castellano de la ópera rock Tommy (1969), de los británicos The Who.
La tarea se presentaba difícil. Realizar un disco conceptual, en el que todas las composiciones envolvieran la historia vital de un chico, ya es algo complicado y de difícil engranaje. Pero, adaptar una obra del peso y calado como la mencionada, no es moco de pavo. Sobre todo teniendo en cuenta que el hilo argumental es necesario mantenerlo sin que raye y las letras deben estar acondicionadas para que no sobresalten negativamente.
En este caso, Barón Rojo ha intentado acercar la trama a una franja de público nueva, por lo que se debe tener en cuenta que habría que actualizar las situaciones a los tiempos que vivimos. Un punto más de dificultad cuarenta y cuatro años después de la publicación de la obra original, en la que las guitarras acústicas y la portentosa voz de Roger Daltrey han sido adecuadamente trasladadas a la soltura de los hermanos Carlos y Armando De Castro a las guitarras y una voz más melódica que la original, junto con Gorka Alegre al bajo y Rafa Díaz a la batería completando el conjunto.
Tommy Barón está formado por veinticuatro temas, entre lo que caben destacar las buenas adaptaciones realizadas de Obertura (Overture), instrumental que nos pone en situación, 1921, y la llegada al mundo del protagonista, Ráfagas (Sparks), instrumental de gran interpretación más cercana al heavy metal, y Un Ciego Verá (Eyesight to the Blind), que con sus épicos ritmos y ampulosidad salvan una canción que se plantea complicada en sus letras. Dentro del disco, aparece La Reina Ácida (The Acid Queen), con la colaboración de Eva Amaral que la interpreta con voz grave y poderosa, algo a lo que no nos tiene acostumbrados y sorprende por ello, o la instrumental Undertura (Underture) o Al Enredar (Fiddle About). Al final, todas y cada una de las canciones se van engranando para formar una historia visual, desde la vida a la muerte, en las que existen dificultades propias características de una interpretación histriónica desde el origen y que cuesta algo de trabajo trasladar al plano hard rock. Pero, se consigue.
Ahora, sólo quedar ver cómo se lo organizan en directo, en una gira que ya está en marcha y que dará en verano el salto a Sudamérica. Por supuesto, sin olvidar a los clásicos.
Qué interesante. Lo oigo en cuanto pueda.
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