Pasajero es una de las bandas más interesantes y prometedoras del panorama actual. Sus miembros proceden de la unión de Daniel Arias y Josechu Gómez (Zoo) con Eduardo Martín (Gizmo) y Eduardo R. Paynter (La Casa del Arbol), y como resultado nos presentan su primer larga duración, cuyo título introspectivo es Radiografías.
La co-producción de Manuel Cabezalí (Havalina) se nota desde la primera canción. A lo largo de todo el disco se puede respirar cierto ambiente oscuro y dramático, que en algunas piezas recuerdan a The Cure, como les pasa a Havalina, y que convierten algunos temas en pequeñas suites de dos tiempos. El Pozo y El Péndulo abre el álbum con unos golpes áridos de guitarra eléctrica que resultan familiares pero que en Pasajero adquieren personalidad propia entre la desesperación de su letra. Con fuerza y desgarro, dan paso a la melódica Volverme a Preguntar y la reflexión acerca de todos los bienes que se poseen, ya que siempre es bueno saber cuál es el límite.
Perdóname es de esas canciones que te pueden enganchar muy bien en directo, con un in crescendo en velocidad y potencia en la última parte de la misma, dividiéndose en dos tiempos claramente diferenciados, y con la melancolía como telón de fondo. Con la voz como principal guía, se presenta una de las canciones más lentas del disco, como es Accidentes, tratando sobre esas cosillas que a veces suceden entre dos personas y con las que, sin querer, se puede hacer daño. El contrapunto inmediato lo pone la canción más fuerte de todo el álbum, Borro mi nombre, con voz distorsionada emitiendo el estribillo a modo de discurso rabioso contra lo establecido. Sencillamente, demoledor y muy proclive para el directo, sin duda.
Sin solución de continuidad, aparece Mañana, que vuelve a ralentizar el ritmo frenético alcanzado por su predecesora y que aumenta también hacia el final, de modo que el mensaje apocalíptico adquiere cierto halo de esperanza. Y, de la misma forma, aunque con un riff de bajo más enérgico, comienza Random, y es el hilo conductor de toda la canción, dejando para el apartado final del tema el fragmento más potente que va en ascenso. En La copia de otra copia el ritmo se convierte en hard rock, rayando el grunge, paseándose sobre construcciones que resultan algo familiares, como Pearl Jam o Audioslave, y dando cuenta de la gran versatilidad musical que poseen. Hacia la mitad de la canción se da protagonismo a la guitarra con una base rítmica de batería de fondo.
Platos rotos vuelve a dejarnos el sabor agridulce de la tristeza melancólica del abandono y en la que, conforme avanza, los teclados van uniéndose al resto de elementos para, de nuevo, ir todos juntos hacia un final con cierto preciosismo en la melodía. De nuevo, el espacio entre canciones es ocupado, siendo en esta ocasión por un sonido tipo cajita de música, para dar paso a Tu circo, tipo de canción más pausada que podría bien pasar por alguna del repertorio de alguno de los grupos pop icono del movimiento indie actual, como Supersubmarina, Second o Vetusta Morla.
En la mitad, aprovechan el ritmo cadencioso para crear un ambiente suave, aunque la guitarra eléctrica rasgueada nos recuerde que Pasajero sigue siendo un grupo enchufado, algo soft-core. Y, para terminar, el grupo nos lleva a, quizás, la canción más bonita del disco, Autoconversación, tema melódico e intimista que nos lleva en volandas hacia la importancia de sentirnos vivos y que, como no podía ser de otra forma, el grupo va poteciando hacia un final espectacular.
Gran conjunto de temas en este álbum debut que Pasajero ha cuidado hasta en su presentación física y que, como su nombre indica, realizan auténticas Radiografías del estado de ánimo que cualquier ser humano posee tras los avatares de una relación fracasada, con el ser amado o con el resto del mundo en general. Rabia contenida y desatada, nostalgia y dramática melancolía. Son todos factores propios de música más oscura, rozando lo siniestro, que dan una impronta particular a este trabajo y que generan unas grandes expectativas a la hora de verles en directo.
Perdóname es de esas canciones que te pueden enganchar muy bien en directo, con un in crescendo en velocidad y potencia en la última parte de la misma, dividiéndose en dos tiempos claramente diferenciados, y con la melancolía como telón de fondo. Con la voz como principal guía, se presenta una de las canciones más lentas del disco, como es Accidentes, tratando sobre esas cosillas que a veces suceden entre dos personas y con las que, sin querer, se puede hacer daño. El contrapunto inmediato lo pone la canción más fuerte de todo el álbum, Borro mi nombre, con voz distorsionada emitiendo el estribillo a modo de discurso rabioso contra lo establecido. Sencillamente, demoledor y muy proclive para el directo, sin duda.
Sin solución de continuidad, aparece Mañana, que vuelve a ralentizar el ritmo frenético alcanzado por su predecesora y que aumenta también hacia el final, de modo que el mensaje apocalíptico adquiere cierto halo de esperanza. Y, de la misma forma, aunque con un riff de bajo más enérgico, comienza Random, y es el hilo conductor de toda la canción, dejando para el apartado final del tema el fragmento más potente que va en ascenso. En La copia de otra copia el ritmo se convierte en hard rock, rayando el grunge, paseándose sobre construcciones que resultan algo familiares, como Pearl Jam o Audioslave, y dando cuenta de la gran versatilidad musical que poseen. Hacia la mitad de la canción se da protagonismo a la guitarra con una base rítmica de batería de fondo.
Platos rotos vuelve a dejarnos el sabor agridulce de la tristeza melancólica del abandono y en la que, conforme avanza, los teclados van uniéndose al resto de elementos para, de nuevo, ir todos juntos hacia un final con cierto preciosismo en la melodía. De nuevo, el espacio entre canciones es ocupado, siendo en esta ocasión por un sonido tipo cajita de música, para dar paso a Tu circo, tipo de canción más pausada que podría bien pasar por alguna del repertorio de alguno de los grupos pop icono del movimiento indie actual, como Supersubmarina, Second o Vetusta Morla.
En la mitad, aprovechan el ritmo cadencioso para crear un ambiente suave, aunque la guitarra eléctrica rasgueada nos recuerde que Pasajero sigue siendo un grupo enchufado, algo soft-core. Y, para terminar, el grupo nos lleva a, quizás, la canción más bonita del disco, Autoconversación, tema melódico e intimista que nos lleva en volandas hacia la importancia de sentirnos vivos y que, como no podía ser de otra forma, el grupo va poteciando hacia un final espectacular.
Gran conjunto de temas en este álbum debut que Pasajero ha cuidado hasta en su presentación física y que, como su nombre indica, realizan auténticas Radiografías del estado de ánimo que cualquier ser humano posee tras los avatares de una relación fracasada, con el ser amado o con el resto del mundo en general. Rabia contenida y desatada, nostalgia y dramática melancolía. Son todos factores propios de música más oscura, rozando lo siniestro, que dan una impronta particular a este trabajo y que generan unas grandes expectativas a la hora de verles en directo.
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