Haciendo, una vez más,
gala del eclecticismo musical que gobierna este blog, me voy a dar un paseo por
la avenida del jazz y el boulevard del soul nacional, y lo voy a hacer
acompañado de una cálida voz procedente del norte. Ella es Verónica Ferreiro y
desde hace unos meses se encuentra en el mercado su primer trabajo titulado
LAIO.
Verónica no es nueva en
este mundo de la música, aunque sea su primer álbum, porque ha trabajado, y
sigue haciéndolo, en un entorno musical en el que su principal herramienta es su
carta de presentación: su delicada voz. Pero posee fuerza y una técnica muy expresiva, no creáis. Y eso
unido al paisaje sonoro con que la arropan el resto de músicos de la banda,
hacen de LAIO un disco intenso.
Las canciones están
interpretadas en gallego, castellano e inglés y entre todas hacen una mezcla
que permiten adentrarse tanto en ritmos más étnicos como en sonidos muy
americanos, de un modo muy fresco y sin pretensiones. Desde mi punto de vista,
no le hace falta tenerlas porque ya, de por sí, cada una de sus canciones poseen cuerpo
suficiente y ellas solas se encargan de trasladarte y llevarte de viaje a los lugares que predican.
Siempre he pensado que el
mundo de la interpretación musical es muy complicado, sea cual sea el
instrumento, pero si pasamos al nivel de lo vocal se hace aún más complicado
todavía. En este caso, el instrumento es el más especial de todos porque no
debes dejar de entrenarlo y practicar con él para perfeccionar la técnica…pero,
con unos límites y contando con el agotamiento físico como principal enemigo. Las
consecuencias pueden ser terribles, pero es cierto que las satisfacciones son
mucho mayores. Es más fácil, para una buena interprete, hacerse con el público
y metérselo en el bolsillo.
Eso es lo que me sucedió
con Verónica Ferreiro cuando la escuché, gracias a las redes sociales, como no.
Me quedé enganchado, totalmente. Ahora, ya sólo me falta poder escucharla en directo, y espero que sea pronto.
Aquí te dejo, como
ejemplo, una de mis canciones favoritas de LAIO, que se llama “Stop Your Step”
y, cuando la oigas, quiero que me digas si te ha llegado.
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